José Eustasio Rivera Salas en una entrevista inédita: un otoño en Nueva York

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A nadie le importa en Nueva York, ni a los hermanos hispanos, lo que representa en sangre y lágrimas la industria del caucho y la fuerza americanista de la novela. Aquí también se lee y se comenta, pero no pasa de exotismo tropical y de barbarie novelesca, a nadie importan los miserables esclavizados y perseguidos en la cuenca amazónica.

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Espacio de entrevistas de los Escritores De la Luciérnaga a grandes personajes de las letras y de la cultura.

Foto de Archivo

En una entrevista inédita de 1928, José Eustasio Rivera Salas habla extensamente de sus proyectos con “La vorágine” en Nueva York, de la literatura y de la política colombiana, de sus ideas sobre el mercado del libro en nuestra América y en Estados Unidos, y de los lazos culturales con España, pero lo que resulta más interesante, es su temor manifiesto de regresar a Colombia. José Eustasio sospechaba que lo vigilaban en la “abrumante metrópolis” y que el consulado colombiano no entregaba toda su correspondencia; llegó a declarar sentirse más seguro en “África” que en Colombia. También expresaba su confianza en haber dado vida a la realidad de su país y a las “miserias de la industria petrolífera” en su segunda novela: “La mancha negra”.

Son algunas de las declaraciones del escritor colombiano en una entrevista que dio cuando tenía 40 años al periodista y crítico Earle Kenneth James, traductor de “La vorágine” al inglés, y que publica este domingo la página web de Los Escritores de la Luciérnaga, tras un acuerdo con Jeffrey Goiness, quien descubrió las notas de la entrevista en el archivo de la biblioteca de Princenton (BJPU) y las tradujo para el lector del siglo XXI. El encuentro se llevó a cabo en un elegante café en el Upper West Side de Manhattan. Acompañado por el periodista Carlos Puyo Delgado, José Eustasio compartió sus pensamientos sobre temas cruciales y candentes en la época. Es la última entrevista del autor antes de su misteriosa muerte, como misteriosa la razón por la que el periodista del The New York Time desistió de su publicación. Tiene el triple honor de ser la primera y la única entrevista del autor en inglés, y la primera y la única que ofreció mientras vivió en EE. UU.

Rivera, un hombre festivo y patriota, cuya admiración no se desvanece ante los tributos rendidos, camina por Nueva York con serenidad, como un bello ejemplar de colombianidad destinado a cosechar años y triunfos abundantes. Maestro del soneto, es un escultor poético cuyo cincel cae sobre el bloque rebelde de la realidad, crea imágenes definitivas con la destreza de un virtuoso que toca las teclas de un piano. No solo pinta con palabras, sino que esculpe la naturaleza en toda su trepidante realidad. Su novela “La vorágine” contribuye de manera significativa a la escuela literaria terrígena del nuevo mundo en Suramérica, distinguiéndose de las imitaciones serviles de las novelas europeas. Con Rivera, la verdadera literatura hispanoamericana encuentra su completo desarrollo. “Tierra de promisión” y “La vorágine”, poesía y novela, aspiran a la inmortalidad como obras imprescindibles de la literatura de estas latitudes.

Quiero expresar mi admiración por su figura. La odisea que emprendió, para superar las dificultades de comunicación y aislamiento intelectual, barreras propias de América Latina, me resulta sorprendente.

Qué buscaba, Mr. Rivera, al escribir “La vorágine”?

Aprecio su amabilidad y sus elogios. En «La vorágine», mi objetivo fue revelar la vida de la vasta región de dos mil leguas, desde las afueras de Bogotá hasta las entrañas amazónicas, y mostrar cómo la naturaleza penetra en el corazón de estos hombres, contagiándoles su violencia. Sin embargo, su aspecto más crucial, su relevancia sociológica, refleja el propósito patriótico y humanitario que la sustenta, un llamado en favor de las razas esclavizadas en su propia tierra, frente a la indiferencia de la nación.

Qué impresión tiene de “La vorágine” el lector americano?

A nadie le importa en Nueva York, ni a los hermanos hispanos, lo que representa en sangre y lágrimas la industria del caucho y la fuerza americanista de la novela. Aquí también se lee y se comenta, pero no pasa de exotismo tropical y de barbarie novelesca, a nadie importan los miserables esclavizados y perseguidos en la cuenca amazónica.  

Cuál es la importancia de la selva en el proyecto civilizatorio?

La selva amazónica es una reserva de la humanidad y alguien debe, en nombre de esta, dar el primer paso a fin de prepararla y acondicionarla para un futuro en el que puedan coexistir la naturaleza y las razas humanas, garantizando a la civilización a largo plazo una necesaria armonía. Esto no debería ser un deber, sino un privilegio para Colombia.

Qué títulos conforman su biblioteca personal?

La selección de mis obras literarias predilectas, una pregunta común entre los críticos, incluye joyas como “La Ilíada” y “La Odisea”, “La Eneida”, la “Divina Comedia”, “Los Miserables” de Víctor Hugo, “Hermann y Dorothea” y “Fausto” de Goethe. No puedo pasar por alto la esencial obra de Miguel de Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”, algunos dramas de Ibsen y Echegaray, “Ariel” de José Enrique Rodó, “Los siete tratados” de Don Juan Montalvo, y algunas novelas, tanto extranjeras como colombianas, entre las que destacan “María” de Isaacs y “Pax” de Marroquín.

Qué poeta cree usted el máximo en Colombia?

Sin duda, Rafael Pombo es un tesoro invaluable de nuestras letras, su influencia y legado trasciende a lo largo del tiempo.

Y el poeta americano?

He leído recientemente a Thomas Wolfe, me interesa cómo usa el lenguaje y su perspectiva para abordar temas emocionales de manera tan personal, además tuvimos la oportunidad de conversar en la avenida Central Park West en una ocasión. Pero, sin duda, el fantasmagórico retrato social y rural de la vida en Spoon River Anthology, hace que el poeta estadounidense Edgar Lee Master sea el máxime poeta norteamericano de todos los tiempos.  

Cuál es el propósito de la Editorial Andes en el mercado norteamericano?

“Andes” se propone divulgar las obras más sobresalientes de la literatura latinoamericana, en condiciones que le serán suministradas a quien las solicite. La editorial será un agente cultural comprometido en compartir, celebrar y salvaguardar la rica herencia literaria de Hispanoamérica en el contexto del mercado del libro estadounidense, fomentando un intercambio económico y cultural enriquecedor entre las Américas.

Mr. Rivera, qué cohesiona la poesía colombiana? Indica un poeta del presente que prevalecerá?

Todos los escritores colombianos de ayer y hoy forman ese conglomerado adherido, con más o menos profundidad, al suelo nativo, sin que pueda saberse todavía cuál de ellos absorberá más jugo ni a quien se deberá la flor más perdurable o el fruto más preciado. Todos contribuyen al rico mosaico literario de la nación, cada uno en diferentes grados de conexión con su tierra. En este momento me resulta imposible prever quién de entre ellos dejará un legado más significativo o creará una obra que perdure.

¿Cuál es el escritor abanderado de la novela moderna en España?

Indudablemente Bartolomé Soler. Es un notable novelista.

Mencionó en su discurso en la Universidad de Columbia su visión de «Nuestra América», siguiendo a Martí. Puede ampliar este enfoque?

Mi visión de «Nuestra América» es la idea de que Colombia y todos los países de América Latina celebremos una herencia cultural y una historia común. Aunque nuestros pueblos son diversos nos une la lengua, somos parte de un enfoque más amplio que abarca todo el continente, incluyendo EE. UU.., y creo que debemos sentirnos orgullosos de nuestras contribuciones culturales y literarias. La experiencia de vivir en Nueva York y observar la labor de latinoamericanos y españoles en Estados Unidos me enseñó la vitalidad y la unidad cultural de Hispanoamérica. Nuestras culturas son ricas y nuestras voces son importantes en la construcción de una cultura continental americana.

Qué tienen en común estos países?

De nuestra América hay que decir que cada una de sus republicas tiene, no solo topografía propia, sino también gente peculiar que posee rasgos inequívocos, en los que se adivina siempre la ascendencia común, el gesto español.

Cuál es el futuro de las letras hispanoamericanas? Cuál es el mérito de Rivera?

Todos tenemos vigoroso origen en la gran semilla española, trasplantada por el querer de Dios, semilla que debe fecundarse no con rocío de extraños rascacielos sino con el agua saludable de la comarca propia. Yo solo tengo el mérito de la oscura raíz, que aspira a multiplicarse para que se aumente la red nutridora y el árbol crezca y dé sombra y tenga siempre frescos gajos para la raza y nuevas semillas para la humanidad.

Me gustaría hablar sobre su relación con la vida política en Colombia.

No es un secreto que tuve desavenencias con la política de mi país. Mi participación en la Comisión Investigadora de la Cámara de Representantes solo generó amargura y desilusión. De allí el exilio voluntario. Desafortunadamente, perdí el respaldo de algunos copartidarios conservadores, todo por mantener una actitud ética y patriótica, me barrieron del ambiente político. La corrupción, un mal arraigado, mina la vida republicana y perjudica a la sociedad colombiana en su conjunto.  

Sigue la hazaña del vuelo histórico de Benjamín Méndez. Cómo ve esta gesta?

El vuelo de Benjamín de Nueva York a Bogotá es un recordatorio del anhelo humano por alcanzar lo extraordinario. La aspiración a lo extraordinario y el ideal admirable que se encuentra en el corazón de cada buen hijo de la patria. Este vuelo representa una metáfora de ese deseo. Ver a Benjamín, emular a Charles Lindbergh, es un motivo de orgullo y un recordatorio de que podemos alcanzar nuestras aspiraciones más audaces. El Ricaurte es un motivo de unidad y de orgullo nacional, esperanza que late en el pecho de cada colombiano, una hazaña compartida por siete millones de almas.

Ya en átomos volando, cuando quede bajo sus pies el mar amargo, los topes de las cordilleras y el manto de las selvas silentes, Benjamín contemplará lo que ayer fue privilegio del cóndor y del águila.

❝Ligarme al suelo y a la patria para establecer una conexión profunda con el universo y la existencia, ya que la tierra en la que nacemos nutre las raíces de nuestro ser y forma parte esencial de nuestro destino

Qué piensa de las intenciones de la casa Ford en Colombia?

Llamo a Mr. Ford a priorizar en la contribución del bienestar común, en las acciones humanitarias y de servicio, que es lo que perdura en la historia de los hombres, más allá de cualquier interés mezquino. El que funda una ciudad vivirá en el futuro tanto como ella, pero el que mejora la condición del género humano merece galardón imperecedero.

Cuándo verá la luz la segunda novela de Rivera?

Estoy terminándola. La traducción de “La vorágine”, como bien lo sabe, ha resultado cara. Estoy dándole los últimos toques. “La mancha negra” trata de los petroleros yankis y de su nociva influencia en la política criolla, un dantesco desfile de cuervos de levita y chequera en un frío escenario urbano de desvergüenzas y corruptela. Allí he dejado clavados contra la pared con un estoque a expresidentes y ministros colombianos. Estudié el tema en Colombia y en Méjico, y he visitado los pozos petrolíferos. Una vez aparezca la novela me marcharé a África, en Colombia no me siento seguro. Igual sensación empiezo a sentir aquí en Nueva York. Desde la visita del ministro Olaya Herrera, no me siento amparado por el Consulado y sospecho que no recibo ni sale toda mi correspondencia…

Cuál es su ideal como escritor?

Ligarme al suelo y a la patria para establecer una conexión profunda con el universo y la existencia, ya que la tierra en la que nacemos nutre las raíces de nuestro ser y forma parte esencial de nuestro destino.

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“La mancha negra”, novela en la que trabajaba desde 1925 y que exploraba el corrupto mundo del petróleo.

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Foto de Archivo Tiempo de la mañana

* Indudablemente, el breve exilio en Nueva York no solo representa la recta final en la vida de José Eustasio Rivera Salas, sino también una experiencia vital novedosa y una condición de posibilidad de su escritura, lejos de la violencia intertropical, del paupérrimo mercado del libro en Colombia y de la mezquindad intelectual de la “Atenas criolla”.

Como parte de la Comisión Investigadora de la Cámara de Representantes de Colombia (1923-1925), José Eustasio destapó un escándalo relacionado con un contrato para construir un oleoducto entre Barrancabermeja y Barranquilla, otorgado a la empresa extranjera Andian National Corporation. La denuncia involucraba al embajador de Colombia en EE. UU., Carlos Adolfo Urueta, y al presidente de Colombia en ese momento, Pedro Nel Ospina. La Comisión reveló vínculos entre Urueta y la compañía, utilizando un código para comunicarse de la Standard Oil Company, de John Rockefeller, lo que estaba prohibido por la legislación colombiana. Sin embargo, debido a la rancia política, Rivera perdió apoyo y muchas de las denuncias quedaron sin resolverse. A pesar de las desilusiones literarias y políticas que enfrentó en Colombia, en Nueva York se le veía entusiasta y lleno de esperanzas, comprometido con su misión de dar visibilidad a nuestras letras en el mercado norteamericano y unir espiritualmente a la América española. 

En la agitada atmósfera cultural de Nueva York, el 7 de noviembre de 1928, el renombrado crítico y periodista norteamericano Earle Kenneth James, con quien trabajaba en la traducción de “La vorágine”, tuvo el privilegio de entrevistar al autor colombiano días previos a su enigmática muerte. Como puede leerse, José Eustasio, decidido a instalarse definitivamente en EE. UU., se encontraba en la Gran Manzana desde finales de marzo de 1928 en medio de proyectos editoriales y literarios de alcance continental.

Durante su estancia en Nueva York, Rivera no solo trabajaba en la traducción de La vorágine al inglés, en su versión cinematográfica y en la tercera edición en español, sino también en la culminación de otro proyecto narrativo: “La mancha negra”, novela en la que trabajaba desde 1925 y que exploraba el corrupto mundo del petróleo. Aunque familiares y amigos dan cuenta de su existencia, el manuscrito de “La mancha negra” no apareció en la lista de propiedades que realizó la cancillería colombiana, tres días después de su agónico deceso.

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